lunes, julio 30, 2007

FONDO ROSADO DE UN VASO

Mis ojos empiezan a enrojecer,
no los veo pero los siento,
suspiro
vegeto
muevo los dedos,
oigo a Lambchop.

El vino es la perfecta excusa,
el vino responde,
el vino me mueve
de aquí allá,
menos como un rey
que como un peón.

El vino me pasea
por esos espacios otros,
por el raudal de la posibilidad
reducida a una sola.

Mierda.

Y quizás ni eso.

Porque he sido el chico de Knut Hamsun y
Raskolnikov sin homicidio y
Arturo Bandini y
a veces Henry Chinaski y
Belano y
Humbert Humbert y
a Rolling Stone.

Perdóneme usted
esta alma enrarecida
que aspira a la poesía
como veta de sentido,
como bunker,
como último recurso,
como trueque de mis palabras y andanzas
a cambio de un poco de belleza,
algo que sostenga al mundo un segundo,
no tu mundo, ni el de él,
el mío solamente,
el que cae a cada instante y sin aviso,
porque el vacío es la regla
y solo levantamos la cabeza
con la belleza.

A veces quiero gritar,
por este segundo, por la luna,
por las ausencias y los encuentros,
por que abran la tienda
para comprar cigarros.

Un leve color rosa
se posa al fondo de mi vaso
y en mis corneas inconexas.

He perdido
más de lo que he ganado,
me han robado,
los cuervos han comido de mi huerto,
el ladrón llegó en la noche
mientras yo dormía,
y se llevó la poesía.

Crapillo 2,006

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